“En marketing, las ideas no fracasan por falta de creatividad, sino por mala ejecución.” Esa frase me la dijo un cliente la primera vez que lideré una campaña digital grande, y nunca la olvidé. Porque aunque muchas veces se piensa que una ejecutiva de cuentas solo coordina tareas o actualiza cronogramas, la realidad es que nuestra función es mucho más profunda: hacemos que las cosas pasen, y que pasen bien.

¿Cuántas veces una campaña brillante se queda en el camino por falta de organización, comunicación o enfoque? Según el Project Management Institute, 1 de cada 3 proyectos fracasa por una mala gestión. En marketing B2B, donde las entregas deben ser tan precisas como creativas, esto no es un detalle menor: puede significar la pérdida de un cliente.

Sin una buena gestión detrás, las mejores ideas pueden quedarse en nada. Y ahí entramos nosotras: organizamos el caos, le damos ritmo al equipo y alineamos lo estratégico con lo operativo.

Del caos a la acción

He aprendido que, en una agencia B2B, la desorganización puede comerse hasta la mejor idea. A mí me toca traducir lo que el cliente quiere en algo que el equipo pueda construir. No se trata solo de “bajar un brief”, sino de entender a fondo el negocio, el sector y los objetivos.

Aquí no basta con saber usar herramientas de gestión. Lo que realmente marca la diferencia es la capacidad de interpretar lo que el cliente no dice y anticiparse. Según Asana’s Anatomy of Work 2023el 60% del tiempo de trabajo se pierde por tareas mal priorizadas o falta de claridad. Eso no solo genera frustración; cuesta dinero y desgasta equipos.

Mi rol es asegurar que eso no pase: ordenar, priorizar y dejar todo tan claro que el equipo pueda enfocarse en ejecutar sin ruido.

Liderar sin hacer ruido

No tengo un título de “líder de equipo”, pero muchas veces soy yo quien define los ritmos, detecta cuellos de botella y mantiene la energía en alto. Liderar no es solo tomar decisiones grandes; es sostener al equipo día a día.

A veces es algo simple como una reunión a tiempo. Otras, es ponerle pausa a un entregable para evitar una crisis. Muchas veces implica hablar con los redactores, con diseño, con el cliente, y hacer malabares para que todos estén alineados y cómodos con el rumbo.

Y eso intento hacer cada día: asegurar que todo el equipo pueda brillar, aunque no siempre se vea.

Seguir el método, siempre. Incluso cuando todo cambia

Uso Trello, Notion, Excel, Gantt, lo que toque. Pero ninguna herramienta reemplaza el criterio. Tener claro qué sí y qué no entra en el sprint puede hacer la diferencia entre un equipo enfocado y uno saturado.

El PMI (Project Management Institute) señala que las empresas con una cultura fuerte de gestión de proyectos tienen un 71% más de éxito en sus iniciativas. Pero eso no se logra solo con procesos: se necesita alguien que tome decisiones con criterio. Y eso no viene en ninguna plantilla.

Mi rol es saber cuándo seguir el plan y cuándo romperlo.

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Leer entre líneas es parte del trabajo

Una frase mal interpretada puede retrasar una entrega. Un silencio incómodo puede significar un cliente molesto. En este rol, la inteligencia emocional es igual de importante que el cronograma.

Sé cuándo un “todo bien” no significa eso. Y sé cuándo un diseñador necesita respirar antes de que lo queme la urgencia. Escuchar activamente me permite anticipar conflictos, resolver tensiones y mantener una dinámica saludable.

El resultado no es solo un ambiente más sano. Es mejor calidad de trabajo.

A veces, innovar es decir que no

En un entorno donde todo parece urgente y nuevo, mi rol también es poner filtros. Preguntar: ¿esto le suma al cliente? ¿Realmente necesitamos esa herramienta o estamos cayendo en la moda?

Jeff Bezos lo resume bien: “Sé terco con la visión, pero flexible con los detalles”. Yo le sumaría algo: también hay que saber cuándo decir que no. Porque cada “sí” mal dado es tiempo, dinero y foco perdido.

El arte de traducir dos mundos

Estoy entre el cliente, el equipo creativo, el área de estrategia, los de contenido… y cada uno habla un lenguaje distinto. Mi rol es ser traductora, mediadora y facilitadora a la vez.

Hay momentos donde toca explicar al cliente por qué algo no es viable. O explicar al equipo por qué hay que rehacer una pieza. O simplificar un feedback largo en tres puntos accionables.

Cuando todo fluye es porque alguien está hilando todo en silencio. Y muchas veces, esa persona soy yo.

Soy ejecutiva de cuentas y hago que las cosas pasen

Trabajo en Phenomenal, una agencia donde sabemos que las ideas no bastan. Lo que realmente importa es que esas ideas se construyan con dirección, foco y orden. Y ahí es donde entro yo.

Organizo, traduzco, resuelvo, priorizo. No para tener el control de todo, sino para que el equipo pueda trabajar mejor y el cliente obtenga resultados. Como dice una frase que tengo pegada en mi escritorio:

Y sí: si todo salió bien, es porque alguien ya hizo lo difícil. Esa persona, muchas veces, soy yo.